No me atrevo a dejarte con los ojos entrecerrados, como aquel que vio “hombres como árboles” que andaban. La Palabra no solo es útil para redargüir, sino también en un sentido doctrinal. Y, por tanto, tras haberte guiado por los riscos y las rocas de tantos errores peligrosos, desearía llevarte finalmente hasta la ensenada de la Verdad. La conversión, pues, reside en última instancia en un cambio del corazón y de la vida. Describiré ahora brevemente su naturaleza
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